jueves, 28 de abril de 2011

¿Para qué leer la Biblia?... Parte 1

Partiré asegurando que la Biblia es la Palabra de Dios dada a las personas para comprender el propósito de la creación y de nuestra vida. Si no percibe la Biblia como tal, entonces lo siguiente no tendrá sentido para usted…

La palabra de Dios es perfecta. Nos lleva a un comportamiento individual y grupal de valores positivos en función del amor y de la búsqueda del bienestar de los demás. La misma es respetable y comprensible, incluso para aquellos que no se declaren creyentes. O sea que, aunque no compartan el cristianismo, aquellos que vean conductas en los cristianos que reflejen las enseñanzas de la Biblia; estarán de acuerdo que tal doctrina es correcta y positiva.

¡PERO! Pero hoy en día vivimos en una sociedad donde las personas que no se declaran creyentes o fieles a la iglesia, tienen un mal concepto de muchos cristianos o de la iglesia cristiana en general. Si el mensaje bíblico es positivo, y no contiene antivalores ni enseñanzas en contra de la moral o dignidad humana, ¿por qué ocurre esto?...

El mal nombre que tiene la iglesia es por las conductas negativas ejecutadas por los cristianos, a partir de malas interpretaciones y manipulaciones de la Biblia por parte de muchos que la predican. Y además por la ignorancia de un pueblo poco crítico, que recibe como cierto todo lo que se le dice desde una tarima en una iglesia.

…pues por falta de conocimiento mi pueblo ha sido destruido. Oseas 4:6 (NVI)

Hace algunos siglos, previo a la reforma de la iglesia mediante el protestantismo, ocurría una situación interesante. El pueblo no tenía acceso a la Biblia, únicamente el clérigo católico lo tenía. Ante dicha situación, el pueblo debía aceptar como verdad absoluta lo que la iglesia dictara como interpretación de la Biblia. Esto llevó a muchos errores. Un ejemplo claro lo expresó Martin Lutero (primer reformador, propulsor del protestantismo), quien entre otras noventa y cuatro denuncias en contra de la iglesia, se opuso a la venta de indulgencias. Esto era un proceso en el cual las personas, mediante el ofrecer montos económicos, eran supuestamente eximidas de las penas que en vida o en el purgatorio debían pagar por causa de sus pecados.

Hoy quienes conocemos que el perdón de pecados y la salvación viene al creer por fe en la obra redentora de Cristo (la cual es gratis para nosotros), sabemos claramente que lo anterior no tiene sentido. Pero si no tuviéramos acceso a la Biblia, ¿cómo lo podríamos debatir?...
Y por esta razón, el pueblo en la edad media, creía y aplicaba dichas enseñanzas incorrectas.

Pero peor aún. Aunque actualmente cualquier persona tiene acceso a la Biblia en nuestro contexto; una gran parte de la población cristiana no demuestra un interés verdadero, ni pone en práctica el estudio profundo de la esta. Y al igual que nuestros antepasados de hace algunos siglos; recibimos como verdad absoluta todo lo que algún predicador dice…

La misma Palabra nos advierte que habrá falsos maestros, pastores y profetas que hablarán mentiras como si fueran palabra de Dios. Por eso existen hoy en día, predicadores mentirosos y manipuladores que le dicen al pueblo cosas que no vienen de Dios, sino de sus mentes para provocar lo que ellos quieren ver, y no la verdadera voluntad de Dios.
En otros casos, por causa del gran aumento de ignorancia en el pueblo cristiano, incluso muchos líderes con buenas intenciones y deseos genuinos de predicar la Palabra, se dejan llevar por la corriente de aquellos que con manipulación malinterpretan las enseñanzas bíblicas según sus intereses; y terminan haciendo y enseñando lo mismo…
Ante un pueblo de líderes y seguidores que creen y siguen enseñanzas falsas y manipuladoras; debemos abrir los ojos, profundizar en la Palabra de Dios y volver nuestros caminos a la voluntad de Dios. De esta manera el pueblo de Dios recuperará su dignidad delante del mundo y cumplirá la voluntad del Padre.

Para que quede todo más claro, en el próximo artículo me referiré a ejemplos específicos de las falsas enseñanzas que por ignorancia recibimos y aceptamos; y nos llevan la vergüenza delante de Dios y de los hombres.


Para comprender y hacer la voluntad de Dios; y para no ser manipulados para hacer la voluntad de los hombres, debemos leer y estudiar la Biblia.

Gilbert Carazo

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