miércoles, 30 de marzo de 2011

La verdadera adoración

Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Juan 4:23

La frase de Jesús evidencia que existen adoradores verdaderos y adoradores falsos…

El tema de la adoración es sumamente amplio. Sería muy imposible describir por completo todo lo relacionado a la adoración; pues siempre hay algo más. Así que pretendo simplemente compartir algunos principios que caracterizan a los adoradores verdaderos.

Primero que todo, hay que entender que adoración no es algo que tenemos y le damos, o expresamos; es algo que somos, es nosotros mismos entregados a El…

Naturalmente fuimos creados para adorar. Si no adoramos a Dios, siempre veneramos a algo o a alguien. Se venera a quien se admira; a aquellos que nos asombran. Esto nos lleva a entender que necesitamos la revelación de Dios en nuestra vida para poder adorarle. No podemos adorar a quien no conocemos.
El libro de Hebreos 12:14 dice que no podemos ver a Dios si no vivimos en santidad… O sea, necesitamos llevar una vida de santidad para conocer a Dios y adorarle realmente. Cuanto más le conocemos, es imposible no amarle y adorarle.

Además, la adoración es agradar a Dios con nuestra vida. Romanos 12:1 nos habla que nosotros mismos debemos ser la ofrenda agradable para Dios.
¿Y cómo agradamos a Dios? Además de la vida en santidad, hay algo esencial para agradar a Dios; y esto es la fe. Hebreos 11:6 nos lo afirma claramente. La fe inquebrantable en Dios, en su Palabra y en sus promesas; es una decisión de adoración para Dios. Aunque algunas veces nos cuesta mantener la fe ¿cierto?

¿Cómo puedo desarrollar la fe?
Romanos 10:17 nos enseña que la manera más excelente de desarrollar la fe es alimentándonos con la Palabra de Dios.

Mirando arriba, nos damos cuenta que un adorador verdadero es quien lleva una vida de santidad, de fe y de cercanía con la Palabra de Dios. Esto es con el fin de descubrir a Dios, de conocerle y de agradarle cada día más.

¿Acaso no es esta la vida que debería llevar un verdadero Hijo de Dios?
¡Claro que sí!

La vida de adoración es lo que Dios planeó para todo cristiano. 
Aunque erróneamente se ha centralizado durante mucho tiempo la adoración en la música y los músicos; la realidad es que la adoración trasciende mucho más allá de la música (aunque la música es una excelente herramienta de adoración), y se refiere a un estilo de vida.
La adoración es un estilo de vida en el cual Dios es la prioridad de nuestro tiempo, de nuestras decisiones, y es el dueño de nuestra vida entera.
No sólo los músicos y ministros; sino todos los cristianos, hemos sido creados y llamados para ser adoradores con nuestro estilo de vida.

Gilbert C.

martes, 22 de marzo de 2011

Propósito de vivir

¿Te has levantado algún día sin fuerzas ni ganas de salir a luchar una vez más?... ¿Te pasa a diario?... ¿Te has preguntado cosas como: “para qué nací” ó “qué hago en este mundo”?... Tal vez has llegado a pensar que sería mejor no formar parte de este mundo… Tal vez has deseado estar muerto; o incluso has pensado en quitarte la vida… Con un profundo respeto me refiero a estos temas; ya que yo fui uno que pensó estas cosas y se sintió desesperanzado como describí anteriormente, en algunos momentos de mi juventud.
En un mundo realmente agitado, en el cual corremos día a día y al parecer nunca logramos tener lo suficiente para ser felices; nos encontramos ante la realidad de que la depresión es una enfermedad en vías a ser de las más comunes en la población mundial. Por eso no me extrañaría si en algún momento has sentido que tu vida no tiene sentido y simplemente no encuentras una razón para vivir un día más…
El éxito social, académico, laboral, económico, o incluso familiar, son insuficientes para hacernos felices. Personas teniendo todo lo anterior, aún no encuentran el sentido de su vida.
Creo firmemente que cada persona en el mundo tiene un propósito para estar en la tierra: ¡me niego completamente  a pensar que eres un accidente del destino! Por encima de las cosas que logremos tener en la tierra; necesitamos descubrir y desarrollar el propósito de nuestra vida para alcanzar la verdadera felicidad y realización personal. Así que la pregunta de hoy es la siguiente:

¿Cuál es mi propósito en la vida?

Te voy a dar la clave más importante que he logrado descubrir en mi vida.

“Debes conocer a tu creador para entender para qué fuiste creado”

Lee una de las cosas más bellas que se han escrito acerca de ti:

…tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas. Salmo 139:13,16

Por eso te digo que no creo que seas un accidente. Si tus mismos padres o alguien te lo dijo, o si lo has llegado a  creer; ¡nunca más lo creas! Dios te creó, y desde que estabas en el vientre de tu madre, ¡El tenía planes de bien y un propósito hermoso para tu vida!

No me preocupa cómo llegaste a este mundo; pero me interesa en cómo lo vivas y cómo te vayas de él. ¿Quieres vivir un días más, sintiéndote inseguro(a) de si vale o no la pena vivir la vida, o quieres descubrir tu propósito y ser la persona más feliz del mundo?

Te invito a dejar que Dios entre en tu vida y te guíe hacia tu propósito. ¡El es el único que te puede enseñar para qué fuiste creado y cómo alcanzar ese hermoso destino! El te diseñó para volar más alto de lo que te imaginas. No te conformes con algo tan miserable como lo que el mundo y la vida sin Dios te pueden ofrecer; hay algo más…

Gilbert C.

martes, 15 de marzo de 2011

¿Vale la pena?

Hoy sabemos que al final de cuentas sí valió la pena... Cuando pensamos en David siendo perseguido por su rey para matarle, en José siendo vendido por sus hermanos como esclavo o encarcelado injustamente, en  Moisés despojándose de todas las riquezas y comodidades que cualquiera de nosotros soñaría, o en el Maestro de camino a la cruz; fácilmente concluimos que dicho proceso valió la pena en su momento. Pero esto ocurre porque conocemos el final  positivo que tuvo cada una de esas historias.

Pero ¿qué si no conocemos el final de la historia y hay que vivirla paso a paso?

Pensemos, ¿cuántos de nosotros creeríamos en uno que de pronto pareciera que brilla más que su líder o sus superiores?, ¿acaso no lo señalaríamos como a uno que quiere aventajarse en busca de su propia gloria?, ¿no es lógico juzgar a quien es acusado por acoso sexual?, ¿quién no dudaría de uno que perdió todas las posibilidades humanamente racionales de provocar cambios significativos en su contexto?, y sinceramente, ¿quién podría seguir creyendo en su líder, cuando todo el mundo y la misma ley dicta en su contra?... Si hubiésemos sido algunos de estos héroes de la historia, o hubiésemos estado cerca de ellos; probablemente la duda nos hubiera tocado la puerta. Tal vez nos hubiésemos alejado de esa persona de quien todos dudaron  o  en quien dejaron de creer…

Exceptuando a Jesús, los errores y las debilidades humanas en medio de las situaciones adversas, hicieron flaquear y caer a cada uno de los grandes hombres de Dios algunas veces en su camino. Es en estos momentos de la vida cuando pensamos, ¿vale la pena?... Muchas personas concluyen que no y dejan botado su ministerio, su llamado, su carrera, su familia, o incluso algún hobbie o área de interés, entre otras. Sin embargo, estoy seguro que si pudieran visualizar por un momento el final de sus vidas, si es que hubiesen seguido adelante con su propósito a pesar de los momentos de dolor e injusticia; afirmarían sin duda alguna, que sí vale la pena seguir a Cristo, pues han visto que el final de su camino en El, es de éxito, grandeza y felicidad. ¡Podrían ver que cada situación de su vida, incluyendo y haciendo énfasis en las negativas, sirvió para ayudar a muchos otros, y para llegar a ser quienes debían llegar a ser! Fue así como ocurrió con cada hombre de Dios que le fue fiel hasta el final, y tú no eres la excepción.

No importa cuán lejos te puedas sentir de Dios, o cuánto has sucumbido en pecar; ni siquiera importa cuán manchado haya sido tu nombre. Sólo es necesario estar dispuesto a seguir adelante, y cambiar todo aquello que no honre a Dios. Y si luego de esto, no cuentas con el apoyo del hombre, debes saber que igualmente en su momento a los héroes de la fe les humillaron, restaron credibilidad, y robaron la paz en muchas ocasiones. No importa si nadie más cree en ti o te valora como Dios lo hace… Al final, ¡Dios cumplirá su propósito en tu vida si aún se lo permites, El transformará todo a tu favor si le sigues amando hasta el final, y el siempre te levantará!

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Romanos 8:28

En fin, si pudiésemos ver el final de nuestra carrera, sabríamos que es hermoso y culmina con el plan perfecto de Dios; y con seguridad seguiríamos adelante sabiendo que merece la pena seguir en la lucha día a día. Aunque no lo veamos, sabemos por fe que así será el final de nuestra vida si hacemos a voluntad del Señor. Por esta razón, y porque cada vez que pienso en la Cruz de mi salvador, y trato de comprender tanto amor y tanta gracia, me siento la persona más dichosa del mundo; ¡hoy aseguro que sí vale la pena seguir a Jesús y vivir por El!

Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse…
Prov. 24:16a

Gilbert C.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Con las alas cortadas

Nací para volar.   Naturalmente lo aprendí en mi desarrollo con los años. El aire y las alturas eran mi ambiente, mi zona de confort y seguridad.
Al verme volar junto a los demás, o bien, con más facilidad que el resto; dejé de prestar atención a los riesgos, y me entregué por completo al vuelo, descuidando mi nido, mis raíces y la fuente real de mi existencia…
No pude percibir con claridad los vientos de cambio, de decepción, de traición, de frustración e impotencia que se avecinaban cada vez más. Cuando me di cuenta, la tormenta ya me había acabado…
Al perder todo lo que creía que componía mi vida y mi destino; me sentí realmente vacío y perdido en un mundo en el cual no pertenecía. Como un ave con las alas cortadas, arrastrándose por el suelo, me sentí por mucho tiempo...
No fue fácil querer correr el riesgo de nuevo. Las alturas ahora no se veían tan estimulantes como antes de conocer sus riesgos y experimentarlos en  carne propia… De hecho; por mí mismo, no me hubiera atrevido a intentar volar nunca más. Fue la inspiración por gracia de parte de mi creador; reflejada en el impulso por parte de mis colegas de viaje, muchos de ellos nuevos en mi trayectoria por cierto, lo que me motivó a desear intentarlo de nuevo.
Con el tiempo, sin estar consciente de esto; mi creador fue sanando las heridas que fueron producto de mi descenso de lo alto.
Ahora extrañaba las alturas; a pesar de aún sentir cierta aversión hacia ellas, por causa de nuestra última experiencia cercana.
No me di cuenta exactamente cuándo o cómo, pero hoy simplemente me vence la necesidad de volar y volver a mi mundo. Conocí la comodidad de vivir escondido, perdido y sin peligros. Experimenté el sistema adoptado por aquellos que viven en función de sí mismos, y no de  su verdadero destino. Todo esto simplemente para entender más claro que nunca; que pertenezco a lo alto y no hay otra opción para ser feliz, para ser pleno, para vivir en abundancia.
Esta vez no voy como un ingenuo desconocedor de los riesgos; pero sí como un niño inocente que confía con sus ojos cerrados en el creador de su existencia y destino.
Hoy, al filo de la montaña, a punto de lanzarme de nuevo al vacío, ¡sé que vale la pena!
Pertenezco a Dios y a su propósito; y no podría perder más tiempo escondido, escapando de ese plan. Volveré a volar hasta el final de mi vida. Aunque el viento no ha cambiado mucho, yo sí; y aunque aún sopla en mi contra y esto nunca cambiará, ¡su efecto no me detiene o acaba, sino que me impulsa y levanta!
¡Nos vemos en las alturas!

Gilbert C.